Y de regreso al blog! Con una reflexión de nuestra ciudad

Recientemente, tuve la maravillosa oportunidad de subirme al transporte público de nuestra ciudad Bogotá (la verdad ya no lo hago con la misma frecuencia). Iba con mi novia quien reconoce abiertamente su descontento con este obsoleto sistema.

Durante el camino (y como es de costumbre) el conductor afloró su espíritu competitivo con un colega, iniciando una "carrera" por la 15. Nosotros estando de píe, fuimos víctimas de una frenada significativa del conductor, buscando evitar el cruce de un semáforo en rojo. No nos habíamos terminado de bajar, y ya estábamos juzgando y repudiando la actitud y características de este particular gremio. Sin embargo, pensando luego con cabeza fría la situación, llegué a una triste reflexión. 

Si uno se pone a pensar con calma, dichas características no son propias de los buseteros (ó taxistas, etc, etc) sino que ya hacen parte de nuestra cultura ciudadana. Para demostrarlo, resaltemos las características más particulares que uno juzga de los conductores de un bus:
  • Son acelerados y afanados: Quién no vive de afán en esta ciudad? Ya la verdad son muy pocos
  • No les importa el resto de personas: Cuántas veces no somos indiferentes ante las dificultades ajenas? Obviamente no es algo que suceda en todo momento, pero el mismo trajín diario nos suele aislar de las necesidades de los demás e inclusive de las personas más cercanas
  • Son descorteces y no escuchan: Sin comentarios....
La lista podría seguir creciendo pero la conclusión sería la misma. Que le está pasando a nuestra ciudad? Es como si llevara casi una década de involución. Ojalá llegué un líder que de verdad esté interesado en ayudarla y mientras tanto, a tomar las cosas con calma para no perder la calidez criolla. 

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