Cuidado con las victorias vacías
La semana pasada andaba en búsqueda (relativamente urgente) de un lugar para lavar mi carro ya que, después de un viaje que hice por tierra, el vehículo andaba bastante sucio. Después de un par de intentos, finalmente encontré uno en un parqueadero donde casualmente tenías una reunión. Aquí un señor amable y de rasgos nobles y honestos llamado Julio se ofreció a ayudarme con este servicio.
Cuando fui a recibir el carro, encontré en la parte frontal izquierda un rayón de color blanco que no había visto en el carro antes y obviamente le pregunté a Julio por él, ya que dese mi punto de vista ese rayón no estaba ahí en el momento de entregarle el vehículo. Producto de mis inquietudes, Julio empezó a tomar una actitud prevenida y agresiva, argumentando que ese rayón ya estaba ahí. Yo mantuve la calma y hablé con su jefe por teléfono ya que el mismo lo sugirió. Desafortunadamente para él, la jefe me pidió que conversáramos el día siguiente ya que además de ser extraña la situación, Julio no estaba autorizado para manejar los carros de los clientes (y en este caso el lo había hecho).
Producto de esta incómoda situación, me quede analizando situaciones hipotéticas de esta situación y al ver nuevamente que el rayón del carro podía simularse fácilmente con una de esas ceras para auto, decidí llamar nuevamente a la jefe de Julio para cancelar la reunión, solicitarle la cuenta donde podía pagarle el servicio del lavado y a cambió, lo único que pedí fue que no tomaran ninguna acción disciplinaria con Julio.
Por qué? Además de ver lo insignificante del rayón, pensé en lo desgastante e incómodo de discutir la situación del gerente quien (y aunque eventualmente podría optar por pagarme o no) muy seguramente iba a llamarle la atención a Julio o inclusive despedirlo.
Esta simple situación me permitió aplicar una simple lección que aprendí recientemente. En ciertas ocasiones usted puede ganar una disputa en la que si no tiene en cuenta la perspectiva de la otra persona, se convierte en una victoria vacía. En este caso en particular, yo hubiera podido ganarme el derecho de pintar una pieza de mi carro a costo 0, logrando que se viera prácticamente como está ahora pero a cambio, afectando la vida de otra persona que muy posiblemente requiere de ese trabajo para su sustento. Vale la pena esta disputa? A mi manera de ver, no.
Lo invito a que aplique esta humilde y práctica lección en su vida. Toda acción que construimos genera una reacción. Qué tipo de reacciones quiere generar hacia sus clientes, familiares e inclusive, desconocidos?
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