Crónicas del camino

Desde pequeño, siempre me ha gustado mucho la transición de Diciembre a Enero ya que, aunque es un simple cambio de mes (en una métrica definida por alguien cientos de años atrás) se transforma en un espacio donde la gran mayoría de nosotros reflexionamos y dejamos atrás todo lo sucedido durante el año, para recordar lo bueno, ignorar lo malo, y planificar nuevos proyectos. De hecho, uno de los "ritos" que más me llama la atención del 31 de Diciembre es el de las 12 uvas, ya que es un espacio sublime para soñar y auto-desearse y (en algunas ocasiones) desearle algo bueno a alguien por cada uva (en representación a cada mes). Con mi forma de ser auto-crítica, unos años atrás pensé ¿Y porqué no hacer uso del mismo método hasta el final de año? ¿Por qué no trazar metas a mitad de año o en otra época? y ¿No será bueno hacerle seguimiento a esos sueños y no dejarlos en una simple digestión? Es así como la vida me puso en el camino un curso donde se hablaba precisamente de lo